La historia de van Gogh y su oreja autoseccionada es tan conocida que de ella sólo haremos un breve resumen para olvidadizos: por motivos aparentemente desconocidos –Gauguin, con quien Vincent compartía casa en aquellos tiempos, contó que previamente a su automutilación van Gogh le había amenazado con un cuchillo, pero esto bien podría ser una justificación de su rápida marcha a Paris sin interesarse por el estado del pintor holandés- van Gogh se cortó limpiamente una oreja en su habitación de “la casa amarilla”. Tras esto, acudió a un burdel de Arles, preguntó por una muchacha llamada Rachel, y le entregó su oreja seccionada, pidiéndole que “guardase este objeto con mucho cuidado”.
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